Si eres un católico convencido y miembro activo de la Iglesia, lee primero la segunda parte de
este libro y conocerás mejor la riqueza que tenemos y sentirás el orgullo de ser católico.
Si eres un católico desanimado, confundido o lastimado, comienza la primera parte y no te
detengas, sigue leyendo, sigue viviendo hasta el final.